Cada 30 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Traducción, una fecha establecida en el año 2017 por la ONU en recordatorio del fallecimiento de Jerónimo de Estridón, considerado el primer traductor de la Biblia. Este año, la celebración coincide con el Año Internacional de las Lenguas Indígenas declarado por la ONU en el año 2016, cuyo propósito es visibilizar su importancia, protegerlas y promoverlas.
Se calcula que existen alrededor de 6700 lenguas en el mundo, de las cuales más de 4000 son habladas por pueblos indígenas, que representan el 6% de la población mundial. Al menos el 40% de las lenguas actuales se encuentra en peligro de extinción, según datos de las Naciones Unidas, se calcula que una lengua indígena desaparece cada dos semanas. Entre los principales riesgos que enfrentan las lenguas indígenas, se encuentran las reubicaciones forzadas, la pobreza, el aislamiento que estos pueblos experimentan al interior de los países, la falta de enseñanza oficial, la prevalencia de los idiomas nacionales, y especialmente, la ausencia de transmisión entre generaciones, producto de largos procesos de colonización.
“La protección de todas las lenguas y su traducción, interpretación y hasta su terminología fortalecen los derechos humanos y las libertades fundamentales. Las lenguas indígenas encarnan la diversidad cultural del mundo y son vitales para todos nosotros. Proporcionan transferencia intergeneracional del patrimonio cultural intangible y de los conocimientos para ayudarnos a afrontar futuros desafíos mundiales” señala Alejandra Vidal, docente e investigadora de CONICET, especialista en Lenguas indígenas sudamericanas y socia de APCD.
La importancia de las lenguas indígenas no se reduce solo a mantener la diversidad cultural del mundo y a constituir un posible recurso para el desarrollo; en el derecho humano de utilizar la lengua de preferencia se juega la posibilidad de ejercer otros derechos tales como la libertad de pensamiento y de expresión, que a su vez permiten el ejercicio de otros derechos como la inclusión social, el acceso a un empleo digno y a una educación de calidad.
Las lenguas indígenas no son solamente instrumentos para la comunicación; cada idioma representa una cosmovisión particular del mundo, una forma de percibir la vida, un sistema de conocimiento que se pierde irremediablemente al extinguirse. Es por esto que las traducciones resultan “un elemento clave para el entendimiento de los grupos y para el ejercicio de los derechos humanos en contextos comunicativos particulares”, según Vidal. “Podemos concebir la traducción como un procedimiento de mediación. Puesto que la comunicación entre diferentes conjuntos sociales se realiza en un contexto que se caracteriza por tener un grupo dominante y uno o varios subgrupos subalternizados, la traducción consiste en dotar de una interpretación adecuada al mensaje para facilitar la comunicación. Una traducción es exitosa cuando el intérprete es capaz de mediar no sólo en términos de diferencias lingüísticas sino, particularmente, en términos de diferencias culturales.”
En Argentina, se estima que se hablan actualmente 16 idiomas originarios, aunque algunas fuentes elevan el número a 36 si se consideran los idiomas considerados extintos. La falta de información oficial al respecto es un indicador de la marginación que han sufrido históricamente los pueblos originarios. El Censo Nacional de Población del año 2010 incluyó por primera vez preguntas referidas a la pertenencia a pueblos originarios, dando un resultado de 955.032 personas que se consideran pertenecientes o descendientes de pueblos originarios. Sin embargo, no se indagó sobre la diversidad lingüística. Incluso, se consideran como extintos idiomas actualmente en proceso de revitalización, tal como el Günün a Yajüch, hablado por tehuelches, pampas y querandíes en varias provincias patagónicas y del centro del país. Por su parte, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) ofrece, en su sitio web, una carta de derechos traducida a cinco idiomas: guaraní, mapuche/mapudungun, quechua/runa simi, toba-qom/qomlaqtaq y wichí/wichíhlamtés. De estos, sólo el primero tiene un estatuto de co-oficial, en la provincia de Corrientes.
En la provincia de Formosa se hablan el wichí, qom, pilagá y nivaĉle. Existen alrededor de 500 maestros para más de 20.000 alumnos, inscritos en el formato de “Maestros Especiales de Modalidad Aborigen”. El rol del maestro en estos casos es clave para asegurar la transmisión de la lengua y la cultura originarias, contribuyendo a su revitalización y evitando que se pierdan. “Los Maestros Especiales de Modalidad Aborigen (MEMAS) quienes, a pesar de que no se han formado ni como traductores ni como maestros o profesores de su propia lengua, vienen desempeñando esa tarea en una escuela que progresivamente no deja de imponer el español como lengua dominante”, señala Vidal, a propósito de la función que cumple este tipo de enseñanza en relación con la traducción como creación de significados.
Todos los especialistas coinciden en un punto: la principal y mejor forma de revalorizar una lengua es difundirla. Esto incluye tanto acciones que se pueden encarar desde los Estados, como asegurar una enseñanza plurilingüe, ofrecer servicios de traducción e interpretación, encarar investigaciones destinadas a conocer más, y regular los servicios de comunicación audiovisual para que transmitan contenidos multiculturales; como acciones que puede desarrollar la sociedad civil, y en especial, los propios pueblos afectados.
En este sentido, es importante destacar el compromiso y el trabajo de visibilización de la cultura wichí de la agrupación Elé, un colectivo que reúne a unos setenta jóvenes entre 12 y 20 años, de las comunidades Wichí Lote 27 y Tres Pozos, que hace 9 años vienen organizando talleres, muestras y participan en festivales locales, con el apoyo de APCD. Las producciones de materiales bilingües de nuestra organización rescatan valiosas experiencias culturales de las comunidades del oeste formoseño, como la gastronomía y las danzas típicas.
Este 30 de septiembre, podemos decir que las lenguas indígenas tienen pasado, presente y futuro. De todos nosotros depende su defensa y promoción.