La palabra de las mujeres wichí ha sido, históricamente, el medio para transmitir y preservar los saberes y conocimientos comunitarios. Hoy, son esas mismas mujeres quienes impulsan nuevas formas de preparar e incorporar alimentos, adaptándose a los cambios sociales que transformaron las formas ancestrales de vida y alimentación de todo un Pueblo.
Junto a las comunidades wichí de Lote 47 y Tres Pozos trabajamos en torno a saberes vinculados a la alimentación. En este recorrido conjunto, fuimos encontrando elementos que también permiten reconstruir la memoria colectiva.
Lote 47: aprender a cocinar, reconocer las tradiciones
Hacia fines de 2024, al cerrar los talleres de alfabetización para mujeres wichí de las comunidades urbanas de Lote 47, las propias alumnas pidieron celebrar con una torta. Las talleristas cumplieron: llevaron una torta que encantó a las participantes y que luego quisieron aprender a preparar.
Así surgió la conversación sobre cocina y alimentación. En conjunto, decidimos impulsar un taller básico de primeros pasos en la cocina, partiendo de productos accesibles y conocidos, e incorporando otros con valor nutricional. Cocinar requiere ciertos conocimientos técnicos, así que compramos una cocina y una garrafa para poder usar el horno y recrear recetas como la de la torta.
El taller reunió a varias participantes y comenzó con un enfoque en la higiene del espacio de trabajo y de las manos. Luego, empezamos a cocinar: chipa, sopa paraguaya, tortas con algarroba, alfajores, milanesas, pizzas, entre otras preparaciones.
El objetivo es mejorar la alimentación, promover el uso de ingredientes de calidad, incorporar novedades y, al mismo tiempo, recuperar tradiciones. Muchos de estos alimentos, como la harina de algarroba, tienen un fuerte anclaje regional y son accesibles para las comunidades.
Tres Pozos: la palabra de las mujeres como vía de transmisión del saber
En la comunidad rural de Tres Pozos, profundizamos los aprendizajes compartidos en 2024 a través de un ciclo de encuentros sobre nutrición y salud. El monte —fuente principal de alimentos para la comunidad y parte indivisible de su identidad— hoy se encuentra amenazado por la deforestación. Frente a esto, buscamos brindar herramientas que fortalezcan su cuidado y preservación, tanto para quienes viven en la comunidad como en su entorno.
El taller se centró en la alimentación en sus dimensiones cultural, social y espiritual, pilares en la construcción de la identidad de las mujeres wichí. Lo dividimos en siete etapas, asociadas a distintos grupos de alimentos:
- Alimentos constructores: su presencia equilibrada y variada, desde la mirada actual y la que tenían los ancestros en su tránsito por el monte.
- y 3. Alimentos del monte-bosque: árboles y arbustos como chauchas, tunas, algarrobos, harinas, porotos y poroto de monte. Además, rescatamos cuentos, recetas e historias transmitidas por los abuelos.
- Productos de marisca: animales terrestres como conejo, corzuela y cerdo.
- Peces de río: identificación de especies y su valor alimenticio y cultural.
- Mieles: tanto de abejas como de melipónidos.
- Síntesis: integración de todos los conocimientos anteriores.
En cada etapa se abordaron los valores nutricionales y simbólicos de los alimentos, se recuperaron tradiciones y relatos, y se puso en valor el rol histórico de las mujeres en la transmisión del cuidado y la alimentación a través de la palabra.
Ejercitar la memoria, alimentar el presente
En Lote 47, la propuesta apunta a mejorar la alimentación cotidiana, incorporar ingredientes nutritivos, recuperar alimentos tradicionales, experimentar nuevas formas de cocción como el horno y, a futuro, pensar en posibles proyectos de elaboración y venta de alimentos por parte de las propias mujeres.
En Tres Pozos, el foco está puesto en volver al monte para recolectar frutos de estación, recuperar técnicas, recopilar historias y recetas, y analizar el valor nutricional de estos alimentos desde las ciencias médicas y naturales.
El Pueblo Wichí ha atravesado transformaciones profundas en los últimos 100 años, que lo obligaron a adaptar su forma de alimentarse, en gran parte como consecuencia del desplazamiento forzado y la pérdida de acceso a sus territorios ancestrales -como ocurre con quienes hoy viven en Lote 47-.
Nuestra propuesta es entender que detrás de la alimentación hay una historia, que cada ingrediente es una especie que vive en el monte y que el alimento es parte de la cultura. Comprender lo que comemos es reconocer los alimentos inseparables de la protección de nuestros bosques, sus frutos y la fauna que los habita.