12 de octubre: de qué hablamos cuando hablamos de “diversidad cultural”

Danza de mujeres Nivaĉlé.

Hace 528 años, Cristóbal Colón llegó al continente americano a bordo de una flota que se proponía explorar y expandir rutas comerciales para el naciente imperio español. Esta fecha, lejos de constituir un “descubrimiento” de América, inició un período brutal de saqueos y etnocidio contra los pueblos indígenas del continente, el cual con distintos matices continúa hasta el día de hoy.

La conquista de América por las potencias coloniales europeas supuso una violación sistemática de los derechos humanos de los pueblos originarios. A la violencia física, económica y sexual ejercida sobre la población y su territorio se le sumó la violencia simbólica y cultural que legitimó todo este proceso. Los pueblos indígenas fueron considerados primero como “infieles” y “herejes”, para luego ser caratulados como “atrasados”, “bárbaros” y “salvajes”, todo esto con el fin de justificar su conversión religiosa de manera compulsiva, el despojo de sus tierras y recursos, su exterminio y, actualmente, su subsistencia en condiciones indignas. 

Por su parte, el Estado argentino se fundó sobre esta matriz discriminatoria, excluyente y genocida, encabezando, sobre todo durante el siglo XIX, numerosas campañas militares destinadas a la anexión de tierras que pertenecen ancestralmente a los pueblos indígenas, muchos de los cuales fueron masacrados. Nuevamente, el relato oficial situó a estas comunidades en el ámbito del pasado y de lo que “ya no existe”, invisibilizando hasta el día de hoy la existencia y riqueza cultural de estos pueblos que conforman, también, nuestro país. 

Ensayo del colectivo de jóvenes Wichí «Elé».

En 2010, el feriado del 12 de octubre cambió su denominación: pasó de ser el “Día de la Raza” -categoría desacreditada científicamente a mediados del siglo XX- a llamarse “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Este importante avance da cuenta de un cambio de paradigma que, lamentablemente, muchas veces no se traduce en acciones concretas que protejan la diversidad cultural de nuestro país.

¿Qué entendemos por diversidad cultural? La cultura es el conjunto de actitudes, visiones, acciones, pensamientos, saberes y emociones de un grupo determinado que permiten la vida en sociedad y moldean su forma de relacionarse tanto con el entorno natural como con otros grupos. La cultura es, por así decirlo, el marco que orienta nuestra forma de ser y actuar en este mundo. Las culturas no son únicas ni estáticas; cambian a lo largo del tiempo y entre diversos pueblos. La diversidad cultural, entonces, es la existencia de distintas culturas que coexisten y se interrelacionan, enriqueciéndose mutuamente y aportando herramientas para un desarrollo integral de todas las personas y comunidades. La diversidad cultural es, entonces, un patrimonio de la Humanidad. Por su parte, la interculturalidad es la mirada adoptada frente al hecho de la diversidad cultural, con un enfoque que se caracteriza por proteger y promover la existencia, desarrollo e intercambio de las diversas culturas, que es inseparable de una concepción democrática de la sociedad. 

El respeto a la diversidad cultural es un derecho humano que asiste tanto a las personas como a los pueblos. Cada persona tiene derecho a recibir una educación adecuada en su propia lengua y cultura; a profesar libremente sus creencias; a expresarse en su idioma materno y a solicitar y recibir asistencia estatal en él; a que se respeten sus formas comunitarias de vida, en el marco del cuidado al medioambiente y a otras comunidades; a capacitarse y trabajar en actividades propias de sus comunidades; y a participar en el desarrollo local, nacional y global de una manera sustentable que garantice oportunidades tanto para las generaciones presentes como para las futuras.

En particular, los derechos lingüísticos son un componente fundamental de los derechos culturales. Las personas pertenecientes a pueblos originarios tienen el derecho constitucionalmente reconocido de acceder a una educación bilingüe e intercultural, que permite, por un lado, revitalizar y promover su cultura ancestral, y por el otro acceder a derechos y oportunidades en el marco de la sociedad criolla. La violación de estos derechos lingüísticos, que se expresa típicamente en la falta de una educación bilingüe, la ausencia de información oficial en las lenguas originarias, y el subregistro de estas lenguas, implica la violación de los otros derechos humanos. En efecto, muchas personas, especialmente mujeres indígenas, no pueden acceder a políticas públicas de salud, asistencia social, desarrollo laboral y participación ciudadana por no haber recibido una educación intercultural adecuada. 

Comunidad Nivaĉ

A pesar de contar con legislación favorable a la interculturalidad, Argentina se encuentra dentro de los países más relegados de la región en políticas públicas que reconozcan y promuevan la diversidad cultural, especialmente la lingüística. Al día de hoy, no existe información oficial sobre las lenguas actualmente habladas en nuestro país, y hasta se consideran extintas varias que están en proceso de revitalización. Solo algunas provincias avanzaron en el reconocimiento oficial de las lenguas habladas en sus territorios. La información oficial en lenguas originarias escasea, faltan traductores e intérpretes que asistan a personas pertenecientes a los pueblos originarios, en los medios masivos de comunicación casi no aparecen contenidos en estos idiomas ni se promueve su aprendizaje, y varias normas que promueven servicios de comunicación audiovisual para los pueblos originarios se encuentran sin aplicarse. Una demanda crucial de la causa indígena es que en el próximo censo general de población se incluya una pregunta referida a las lenguas originarias, para tener información precisa y confiable acerca de cuánto, cómo y dónde se hablan. 

De acuerdo al Doctor en Antropología John Palmer, “los pueblos originarios -ante la invasión de sus tierras por parte de sociedades incursionantes- se han visto obligados durante siglos a adaptarse a las modalidades del invasor, sin renunciar a su propia autonomía”. Más que nunca, es necesario cambiar esta realidad injusta y excluyente que ya lleva cinco siglos de opresión y violencia. La diversidad cultural es un patrimonio y un derecho humano que debe ser exigido y defendido desde el Estado y la sociedad civil. 

En APCD llevamos adelante numerosos proyectos de educación e investigación intercultural, y promovemos la resignificación de los saberes, valores y conocimientos de los pueblos indígenas Wichí y Nivaĉde la provincia de Formosa. Conocé más sobre nuestro trabajo aquí.

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